domingo, 17 de marzo de 2013

Sólo en Málaga

Sólo en Málaga te puedes sentar a escuchar el sonido de las olas al borde del mar y pedir un espeto de sardinas cuando no haya "terral". Sólo en Málaga puedes comprarle una biznaga a José, nuestro biznaguero más internacional, echarte una "pechá" de reir con él, cuando te explica el trabajo que lleva eso. Sólo en Málaga puedes pedir un "sombra y mitad" en un bar "perita" de la calle Larios "petao" de gente o esperar al autobús, "emmallao" de calor con la "bulla" para  subir el primero entre "limonetis" y "chusmones".  Pero.... ¡ Qué me gusta a mí Málaga!

La última vez que estuve, fue un redescubrimiento de la mano de mi amigo Jose Antonio, que me enseñó lo bonito que habían dejado el centro después de su restauración. Daba gusto sentarse en las terrazas de la Plaza de la Merced, porque si hay algo que se sabe hacer es disfrutar de las buenas temperaturas tomando un vino en buena compañía como si se detuviera el tiempo.
Los desayunos en  La Chancla o los helados de mantecado siguen en Lauri  pero Málaga se ha trasformado. Hay una nueva Málaga y no lo digo sólo por su expansión por los barrios nuevos como Teatinos que se van expandiendo con mucha rapidez. Es digno de mencionar el museo Picasso tras su remodelación, la creación del Nuevo Museo de arte Contemporáneo o las obras en el Puerto, el antiguo "paseo de los curas" por el que corría cuando era pequeña mirando los barcos.

Y es que cuando más se echan de menos las cosas es especialmente cuando te faltan. Por esta razón cuando vives fuera de tu país, empiezas a valorar más todo lo que ha formado parte de tí y de tus raíces. Es lo que me pasa con Málaga. A pesar de no haber nacido allí y de mi innegable acento madrileño, la considero mi ciudad de adopción. Se trata de un sentimiento arraigo a los orígenes o a las costumbres familiares que se potencia cuando vives lejos.

Ahora, con los ojos de alguien que vive fuera de España, puedo entender las razones que movieron a muchos extranjeros a trasladar su lugar de residencia a la ciudad malagueña y emprender negocios hace ya dos siglos. Fue el caso de numerosas familias de alemanes e ingleses en su mayoría (Huelin, Gross, Krauel, Loring o Crooke) que impulsaron la Revolución industrial a finales del siglo XIX, especialmente en el sector textil o en las comunicaciones férreas (Álora, Cártama). Es entonces cuando se produce una transformación urbanística por parte de Reding que destruye parte de las antiguas murallas de la ciudad y deja paso a una zona más residencial llena de hoteles y villas privadas que hoy le dan un carácter especial a la ciudad a pesar de la especulación sufrida durante los años 70 con la construcción de grandes bloques de cemento.

Si das un paseo desde la Plaza de Toros por el paseo de Reding o de Sancha, todavía se pueden ver testimonios de aquella época. El antiguo palacio de Justicia que antes era el hotel Miramar. Mi abuela me contaba con detalle cómo se celebraban allí fiestas y bailes. El llamado desfile del amor, que es un edificio de la Belle époque donde tenían su primer pisito las parejas de recién casados. Más adelante, el Cementerio Inglés y la Cuesta de los ingleses. A lo largo del Paseo de Sancha hasta el barrio del Limonar aparecen salpicadas muchas villas del siglo XIX, únicas en su arquitectura, aunque algunas por su abandono o falta de restauración parezcan parte de un escenario de película de casas encantadas o fantasmas....Pero lo que más me llama la atención es la variedad o eclecticismo arquitectónico que las caracteriza. Algunas parecen las casas de indianos como las de Asturias, otras guardan similitud con la arquitectura vasca de entramados de madera en la fachada y otras fueron construídas en estilo neorrenacentista.

El paso de las familias extranjeras por Málaga no sólo ha dejado su huella en la arquitectura, o en los rasgos de muchos malagueños rubios, de tez blanca con ojos azules que llevando un apellido impronunciable te contestan con toda la gracia del acento malagueño.

Es curioso también cómo han evolucionado expresiones que hoy en día se consideran cien por cien malagueñas como el término merdellón , adjetivo despectivo que se refiere al que es ordinario y no tiene clase. Pero en realidad etimologicamente viene del francés Merde de Gents que es cómo se referían a los malagueños los franceses durante su ocupación en la guerra de la independencia. Del inglés tenemos otra expresión genial que aporta Álvaro de Riva al blog. se trata de Alikindoy que es estar al tanto, estar atento.Viene de look and do it, cuando los marineros ingleses daban órdenes a los malagueños que descargaban los barcos de mercancías en el puerto.

Málaga es una ciudad fantástica en todos los sentidos, con mucha calidad de vida porque sus habitantes saben vivirla. Y eso es algo que sabe y que envidia todo el mundo. Buena prueba de ello son los vuelos que salen "petaos" Suiza-Málaga en los que apenas hay plaza.