sábado, 9 de febrero de 2013

La muñeca de Kokoschka- No quiero pensar en tí si sólo eres una idea

Casi todo el mundo ha experimentado alguna vez la apasionante sensación de estar enamorado de lo inalcanzable. Lo llamamos amor platónico porque en realidad es una fascinación que está en el mundo de las ideas, en un plano superior, que no es real.
Pero además hay veces en las que la obsesión entra en juego. Y el sufrimiento. ¿Es necesario sufrir para amar? Es una buena pregunta que deberíamos hacerle a Kokoschka o a Juan Pablo Castel, protagonista de la novela de Sábato El Túnel.

En el caso de éste último, podemos hablar de platonismo, de amor existencial. En realidad apenas conoce a María, comienza a elaborar miles de fantasías sobre su persona, porque en definitiva le fascina lo que no conoce. Felicidad pero que llega a rodearse de dolor:

En aquel instante más que nunca sentí que jamás llegaría a unirme a ella de forma total y que debía resignarme a frágiles momentos de comunión como el recuerdo de ciertos sueños

El problema llega cuando quiere trasladar esa idealización al terreno de lo material, del día a día. Y eso es imposible. Él quiere poseer a Maria más allá de su cuerpo. Y por eso mismo no le da importancia a lo carnal, a los encuentros sexuales. Incluso llegan a ser un impedimento entorpeciendo esa búsqueda de lo absoluto. De hecho, es a partir del momento en que tienen relaciones es cuando empiezan a atormentarle las dudas, los celos:

Lejos de tranquilizarme el amor físico me perturbó aun más [....] de pronto se me ocurría que era una mujer cualquiera [...] llegué a gritarle puta [....] un largo cortejo de dudas desfilaba por mi mente, quería forzarle garantías de amor, de verdadero amor. 

Y la verdad es que impacta encontrar en la novela contemporánea una dimensión metafísica en la que el amor asume un carácter casi sagrado, platónico. Viene a mi memoria una película que ví de adolescente : Fanfan (1993) en la que el protagonista, Alexandre, se enamora locamente de Fanfan, pero ni si quiera quiere besarla para no destruir el ideal, el amor perfecto y absoluto que siente por ella. Y ella que no entiende tal perturbación sufre casi al borde de enloquecer porque piensa que su amor no es correspondido.

Porque resulta terrorífico y a la vez peligroso perder esa imagen ideal que has creado. Dice Sarah Polley en Mi vida sin mí (2003): Cuando miras a una persona, cuando la miras de verdad puedes ver el cincuenta por ciento de lo que es. Descubrir el resto es lo que empeora las cosas . Así que quizás sea mejor no sentir esa necesidad, no pensar, no sufrir . Sabia reflexión que hace Clint Eastwood en los Puentes de Madison (1995):  No quiero necesitarte, porque no puedo tenerte. O la serie de grabados de Sara Fonseca: No quiero pensar en tí si sólo eres una idea.



Sara Fonseca " No quiero pensar en tí, si eres una idea" 2011


La teoría para evitar ese sufrimiento es fácil. Pero la práctica es otra cosa. Kokoschka también sufrió.Y mucho. Su amor absoluto, motivo de su obsesión fue Alma Mahler era su amor absoluto. Llegaron a tener un apasionado romance que había comenzado antes de la muerte del compositor Gustav Mahler y que acabó cuando ella lo abandona por Gropius, el gran arquitecto creador de la Bauhaus. ¡Pobre Oscar! Su afán de posesión y de pertenencia hacen que el pintor encargase a Hermine Moss, una costurera de Munich, una muñeca tamaño natural con los rasgos de Alma. La vestía, le hacía compañía en el salón, le servía de modelo para sus cuadros y hasta corría el rumor de que asistía a la ópera con ella. Y es que cuando "el sujeto" es transformado en "objeto" peligran los ideales platónicos hasta llegar a la locura. Esta relación tempestuosa es reflejada por Kokoschka en su obra "La novia del viento" en la que se retrata junto a Alma como un barco a la deriva.

Muñeca de Alma Mahler por Hermine Moss 1918


sábado, 2 de febrero de 2013

Visionarios

Como he confesado anteriormente, si pudiera entrar en la máquina del tiempo, uno de los momentos escogidos sería asistir a una de las reuniones dadá que tenían lugar en los cabarets de principios del siglo XX. Los cabarets de entonces eran considerados lugares transgresores, casi clandestinos. Escándalo y excentricidad que se unían en figuras como la de Josephine Baker en el París de los años 20.

Pero hubo otro tipo de cabarets que sirvieron como lugar de reunión de artistas y pensadores que fueron los creadores del movimiento moderno. Aquí es dónde empezó todo. El desánimo, perdida de confianza e incertidumbre que se vivía en el periodo de entreguerras, influyeron para que un grupo de artistas con la misma ideología, iniciaran un movimiento llamado dadá. Se trata de una ruptura total con lo establecido, con el clasicismo y que marca el inicio de los movimientos de Vanguardia del s.XX, de la modernidad, del arte como lo entendemos ahora. Entonces, se consideró como una negación del arte. El no-arte dónde todo era válido. Una auténtica provocación para la época.

Los componentes del grupo, liderado por Hugo Ball, se reúnen en territorio neutral, Suiza.
El Cabaret Voltaire de Spiegelgasse en Zurich, que hoy en día es un centro cultural,  se convierte en su refugio, en el templo donde la razón da paso a lo absurdo. Un lugar donde dar rienda suelta al subconsciente sin ninguna restricción y sin ninguna lógica.
Recitaban poemas sin sentido producto de la escritura automática, cantaban, se disfrazaban, actuaban bajo improvisación. El azar era el ingrediente principal. Realmente, podría considerarse es el inicio del performance que madurará años más tarde de la mano de Beuys con Fluxus o con el Happening.




En otra ocasión, Max Ernst, Arp y otros dadaístas hicieron una exposición en Colonia, en un local donde se entraba por el cuarto de baño, previo pago. Una niña vestida de primera comunión esperaba en la puerta a los asistentes repitiendo palabras obscenas. Ofender, escandalizar y provocar era su objetivo. Lo consiguieron, ya que la policía tuvo que cerrar la exposición. Pero inventaron lo que nos parece hoy "moderno y transgresor", hace ya un siglo. Fueron los visionarios del Arte contemporáneo.